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Antonio Baeza, estudiante Magíster en Literatura Latinoamericana: “El magíster es un espacio en donde se comparten y perfeccionan las artes de la discusión académica”

24 marzo, 2021

Antonio ingresó al magíster en 2019. Psicólogo de la Universidad de Chile y nacido en Villarrica, ciudad de la región de La Araucanía, es especialista en psicoterapia sistémica de familia, una corriente que asegura “es bien abierta intelectualmente”.

Con gran motivación expresa su pasión por la literatura y los estudios interdisciplinarios, los que, señala, motivaron su ingreso al Magíster en Literatura Latinoamericana, con el objetivo de “entrar a un círculo de discusiones de trabajo y difusión literaria, tanto para poder compartir las inspiraciones que tenemos en conjunto y poder conocer las de otros”

Por Martín Oyarce


 

Siendo psicólogo, ¿por qué entraste al Magíster en Literatura Latinoamericana?

Nace de mi actividad literaria. Soy escritor y pertenezco a un movimiento que se llama “Escritores Bestia”. Esto nació porque hicimos buenas migas trabajando juntos, leyendo poesía. A partir de eso, me interesó el poder formarme y ocupar, lo que ya traigo de la psicología, para poder hacer estudios interdisciplinarios, que lleven a estudiar la literatura como un fenómeno cultural social. Me interesa hacer mixtura teóricas y prácticas y trabajar en la divulgación de material académico, de ciertos autores, corrientes y discusiones literarias.

Mi interés también es el paso del colegio, que es el principal punto de reunión hoy para poder trabajar el asunto cultural. Quienes trabajamos en colegios, somos, sobre todo los profesores de lenguaje, pero también quienes estamos interesados en la literatura desde otro ámbito, los principales o más numerosos mediadores entre el campo literario y las grandes audiencias. Gestionamos la relación diaria que tiene el pueblo con la literatura. Me interesa el espacio escolar en ese sentido. 

 

En ese caso, ¿por qué elegiste el Magíster de la Universidad Alberto Hurtado?

Me interesa el enfoque transdisciplinar del programa del magíster. Se trata sobre todo de un conjunto de distintos esfuerzos investigativos que llevan a cabo el departamento de literatura junto a otros académicos asociados. Me interesaba, obviamente, entrar a un círculo de discusiones de trabajo y difusión literaria, tanto para poder compartir las inspiraciones que tenemos en conjunto y poder conocer las de otros.

También tener un espacio de discusión amplia. El programa tiene módulos que son teóricos, que tienen que ver con marcos interpretativos de distintas corrientes y disciplinas que pueden aplicarse o hacerse dialogar con diversas obras y con la crítica literaria. No se trata de un programa purista. Aquí se dialoga con el análisis, la teoría de género, la teoría del trauma o con la historiografía. Son distintas corrientes y planteamientos filosóficos.

 

¿Y por qué trabajar desde una perspectiva latinoamericana?

Creo que es el continente que más se ha forjado con peso importante en las letras a nivel político. Tenemos figuras políticas como Mariátegui en el Perú, el mismo José Martí en Cuba. Son personajes que desde el mundo literario logran una discusión de peso suficiente que los lleva a ocupar puntos de relevancia dentro de los debates políticos y filosóficos. A diferencia de Europa, en Chile y Latinoamérica la especialización se daba de una forma más mezclada. El crítico literario latinoamericano se compone de actores mixtos, personajes que hacen al mismo tiempo filosofía, política, observación lingüística y cultural, divagación e, incluso, ficción. Se trata de un cuerpo gigante de creación que ha logrado una densidad en cuanto al tema de qué es América Latina. Es muy interesante. Hay cierta identidad de lo popular con sus expresiones literarias. En ese sentido, me interesa la literatura como vestigio y manifestación de la mente de los pueblos. 

 

¿Cuál fue tu tema de tesis?

En un principio, la idea original se enfocaba en la literatura de la zona del wallmapu y sobre sus características introspectivas. Sin embargo, esa idea se transforma en el curso de tres semestres del magíster. Finalmente, decidí hacer un estudio específico comparativo entre la novela mapuche y la novela chilena del wallmapu, en cuanto a la elaboración del trauma psicosocial.

El concepto de trauma, tiene que ver con aquellas manifestaciones traumáticas que son del individuo pero que tienen una base en una población, en un episodio o época, e incluso una tradición de violencia política. Mi profesora guía, Lucero de Vivanco, es especializada en literatura peruana, en específico en aquella asociada a la guerra entre el Estado peruano y Sendero Luminoso. Ahí hay un cuerpo literario muy grande y es parte de la forma en que la población de Perú ha podido soportar esa herida. Se trabaja la irrepresentabilidad de la violencia, entre otros temas. Esto fue lo que propuse a Lucero, que es hacer un análisis similar, pero con la literatura del sur. 

¿En qué obras te basas para trabajar ese análisis?

Llegamos a una novela que se llama en el “Fogón de una Casa de Putas”, de la escritora Graciela Huinao. Ella habla básicamente de un fogón en un prostíbulo, en Rahue, que es el sector huiriche por excelencia. En ese fogón se van contando las historias de despojo. Del personaje que vio el campo antes fértil, ahora muerto o sobre explotado, y que tiene que ir a buscar el destino económico surcando la ciudad.  La idea es hacer un estudio de cómo se trata la memoria y la post memoria.

El otro libro se llama “Revelaciones en el Torrente Viales” de Mario Esparza. Sin embargo, a diferencia de Graciela, estos personajes chilenos son marginales. Aparecen en blogs mal escritos. Su novela habla de un viejito que vive al lado de la línea del tren, Tuvo un hijo, el que después muere en dictadura. Él vive un duelo. El punto es hacer un estudio comparativo entre proceso de duelo y de trauma histórico, a través del caso chileno y huiriche. 

 

¿Por qué comprar esas dos novelas en esta época?

Me interesa la literatura porque, en particular, es un método que, cuando se trata de violencia política, tiene mucho de reconstrucción. Tiene una función frente al trauma, frente a lo terrible. El trauma es una supresión de las cadenas de sentido, tiene que ver con la no disponibilidad de la imagen y la palabra para poder expresar el dolor.

 

Y en este proyecto, ¿Cómo y de qué forma han aportado los académicos del magíster?

Siempre hubo apoyo. Entendían que la situación es distinta, sobre todo en los tiempos más duros de la pandemia. Y es interesante decir que, cuando comenzó el estallido social, hubo la iniciativa de poder guiar los temas hacia la discusión de aquello que estaba pasando. Eso también es relevante, porque demuestra la flexibilidad del equipo académico.

La profesora Lucero me ha ayudado mucho a poder revisar metodológicamente la pertinencia de ciertos contenidos. Además, siempre con la idea de hacer reuniones, de juntarnos. La gestión, en ese sentido, ha operado bastante bien, y el resultado ha sido que todos nos hemos mantenido trabajando.

 

¿Recomendarías el magíster?

 

Lo recomiendo absolutamente. No solo para quienes vengan de la literatura o de una pedagogía en lenguaje, sino también para quienes tengan carreras afines. Es bueno, porque, en realidad, es mucho más que estudiar literatura. Es estudiar historia, psicoanálisis y teoría de género. Es un espacio en donde, ante todo, se comparten y perfeccionan las artes de la discusión académica. Es un magíster con buenas proyecciones. Los profesores tienen también facetas creativas, e incluso participan en los círculos más importantes de la discusión académica literaria del país.

 

También hay mucho rigor, y ese rigor está bastante mezclado de manera virtuosa con la flexibilidad. Es muy interesante, entretenido e invita bastante a llegar a una idea y a proponer. Hay ojos y oídos para esas propuestas.