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¿Cómo abordar la educación en línea?

6 abril, 2020

La directora de Docencia de pregrado de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Liliam Almeyda, explica que la enseñanza de forma virtual es un tremendo desafío para los/las académicos/as porque “implica trabajar en una lógica a la que no estamos acostumbrados/as, además implica actualizar nuestros conocimientos en tecnologías de la información”.

 

Con la llegada de la epidemia COVID-19 -que obligó a confinar a las personas en sus hogares- las clases y el funcionamiento normal de las instituciones de educación se vieron interrumpidas, lo que obligó a las universidades a recurrir a las clases en línea como solución por la cuarentena a la que están sometidas las personas. 

Liliam Almeyda, quien también es Directora Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, explica que el principal desafío es que la educación en línea obliga a pensar en qué es lo que hay que enseñar, es decir, se debe definir el o los aprendizajes esenciales del contenido que se imparte. “Esta pregunta nos lleva a otra, más fundamental: qué vale la pena aprender. La respuesta a esta primera pregunta permitirá luego organizar la enseñanza, seleccionar y jerarquizar la información, así como definir las formas más adecuadas para presentarla y los desempeños que podrían realizar los/as estudiantes con ella”, dice. 

Que los estudiantes hayan visto sus clases interrumpidas por el coronavirus puede ser una experiencia compleja y llena de incertidumbres a todo nivel. Por eso, la doctora en Ciencias de la Educación explica que tratar de transmitir tranquilidad es la primera responsabilidad de los académicos. Todos/as están tratando de llevar adelante sus actividades sin tener certeza de cómo las cosas podrían cambiar mañana.

Para la académica, las consideraciones que deben tener los académicos es que “todos/as nos encontremos bien, que nuestros seres queridos estén bien, luego podremos ocuparnos de estudiar y trabajar. Esta es la primera consideración. La segunda, relativa a la forma de trabajar juntos, se refiere a las condiciones de equipamiento y conectividad con que contamos para encontrarnos y realizar actividades. Creo que las alternativas tecnológicas deben ajustarse a las posibilidades de acceso que tienen el conjunto de nuestros/as estudiantes y nosotros/as como docentes. Finalmente, todos/as estamos aprendiendo a trabajar y estudiar en línea, por esto, creo que debemos respetar los ritmos distintos y desarrollar tolerancia frente al error”. 

Almeyda reconoce que pensar en clases virtuales en época de cuarentena no fue un tema sencillo, afirma que «ha sido complejo porque el sistema educativo no estaba preparado para empezar a funcionar a través de las plataformas virtuales, ha sido algo que nos ha tomado por sorpresa a todos. Los sistemas educativos son por naturaleza conservadores, por lo que, sin duda, ahora el nuestro está puesto a prueba y sometido a presión. Convertir nuestras prácticas de enseñanza y aprendizaje tradicionalmente presenciales a un modo virtual implica un profundo proceso de cambio cultural para el que probablemente no estábamos preparados». Además agrega que tampoco contamos con las suficientes herramientas y el acompañamiento necesario. Pero es también una tremenda oportunidad para repensar la formación, sus propósitos, contenidos y estrategias. «El nuevo escenario nos obliga a replantearnos las preguntas esenciales sobre el aprendizaje, y esta reflexión, sin duda, potenciará nuestras prácticas educativas”, dice.