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Coloquio Movimientos de tierra. Arte, naturaleza y ciencias en diálogo

13 julio, 2017

En el marco de esta exposición, actualmente en el MNBA, se desarrollará el Coloquio Movimientos de tierra. Arte, naturaleza y ciencias en diálogo. Aquí conversan el curador de la muestra y académico del departamento, Pedro Donoso junto a la historiadora del arte y coordinadora de las mesas del coloquio, Catalina Valdés.   El coloquio Movimientos de tierra. Arte, naturaleza y ciencias en diálogo reunirá a artistas e investigadores en ciencias sociales y naturales y tiene lugar en el marco de la exposición Movimientos de tierra, exposición temporal del Museo Nacional de Bellas Artes, curada por Pedro Donoso, académico del Departamento de Arte de la UAH. El coloquio ha sido organizado por la historiadora del arte Catalina Valdés, colaboradora del Departamento de Arte de la Universidad Alberto Hurtado, en conjunto con el curador y con el apoyo del equipo de exposiciones temporales y difusión del Museo Nacional de Bellas Artes. Ambos organizadores comparten aquí las motivaciones y las expectativas que tienen con relación a esta actividad, que tendrá lugar el 21 de julio en el Salón Blanco del MNBA. Pedro Donoso: Al plantear esta exposición, más que reunir obras ya hechas, siempre tuve claro que entraba en un campo por explorar. Y eso, evidentemente, requería la participación de un equipo de levantamiento y cruce de información. Gracias a la amable sugerencia de Ana María Risco, entonces directora del Departamento de Arte, encaminamos las conversaciones con Catalina, quien aceptó coordinar un grupo de expositores provenientes de las distintas ramas de las ciencias naturales y humanas para que entraran en diálogo con los artistas que participan de la exposición. Catalina Valdés: Cuando me propusieron trabajar contigo en esta actividad, acepté muy agradecida por la oportunidad de movilizar temas relativos al paisaje y a la representación de la naturaleza que he podido estudiar en el marco de investigaciones de la historia del arte y de las ciencias naturales del siglo XIX. Intuía que era además la ocasión para promover un diálogo entre disciplinas académicas, desde la arquitectura a la ecología, que cuentan con sus propias definiciones de la noción de paisaje. Considerando las buenas experiencias que hemos tenido previamente al organizar, como parte del Depto. de Arte de la UAH, actividades de difusión en el Museo Nacional de Bellas Artes, esta es también una oportunidad para abordar un tema urgente, que atañe a todas las disciplinas de investigación, a todos los actores de la educación del país, a todos los ciudadanos…  la situación crítica de la naturaleza por efecto de acciones humanas. P.D. Exacto. Tengo la impresión de que la naturaleza es un conjunto de sistemas y categorías que nombramos a cada rato pero que me parece que está cada día menos claramente delimitada. Lo que sí sabemos es que hemos desatado un sistema de uso y abuso de los elementos del entorno para llevar a cabo la construcción de nuestra cultura económica, social, cultural. Hemos roto un sistema creado por miles y miles de años de evolución orgánica, sirviéndonos de la naturaleza como una cantera. Para esta exposición, pensé que el arte nos podía permitir entrar desde otra forma de relación con el llamado mundo natural formado por territorios, plantas y animales diversos, así como por un patrimonio de saberes y prácticas que nos permiten vivir en el medioambiente. En las distintas instalaciones dispuestas en la exposición en el MNBA están presentes esas exploraciones. Resulta fascinante pensar que ahora la visión que aporta este seminario permita sacarles partido a esas obras a través de la pregunta por la relación con “aquello que llamamos naturaleza”. C.V. De hecho, en un comienzo hablamos bastante del Land Art como referencia para esta exposición y, sin embargo, tengo la impresión de que en el proceso de concepción de la muestra este referente se ha ido replegando, apareciendo también una multiplicidad de modos de hacer arte en y sobre la naturaleza. P.D. Bueno, el concepto de Land Art fue más bien un principio instrumental que nos sirvió para salir a buscar en el entorno un precedente de trabajo con el arte. Es divertido porque el Land Art ocurrió en los 60 y 70 como parte de una reacción que venía de la mano de una crítica hacia la institucionalidad artística. El Land Art, más que interés por la naturaleza, profesaba un rechazo declarado por la institución. Eran artistas que querían salir de la galería y del museo para usar el desierto como un laboratorio. Pero hoy en día es impensable hacer algo en la línea del Land Art porque tenemos demasiado cuidado por el entorno maltrecho. La naturaleza ya no es el escenario en el que ocurren los hechos, sino más bien el sujeto cuya presencia se quiere restituir. Para eso se realizó este llamado a los artistas, casi como planteándoles: salgan y busquen qué queda de la naturaleza. Y eso se tradujo en un número de experiencias diversas: Hamish Fulton caminó por siete cumbres altiplánicas observando y registrando; o Cecilia Vicuña siguió el curso del Mapocho desde las cumbres del Plomo hasta la desembocadura en Llolleo. Cada una de esas vivencias involucró un proceso y un registro que ahora forma parte de la muestra. C.V. El tema de la experiencia es, de hecho, el de la primera mesa. Allí convocamos a una neurobióloga, un geógrafo y un antropólogo, además de una de las artistas presentes en la mesa, buscando respuesta para la pregunta ¿Qué tienen en común las experiencias del arte y de la investigación en torno a la naturaleza? P.D. Es curioso como hemos ido alejando la naturaleza de lo más básico de nuestra vida. La cultura, término que se relaciona en su origen con el “cultivo”, es decir con el surgimiento de las primeras sociedades agrarias, ha provocado un progresivo alejamiento entre nuestros medios de supervivencia y la naturaleza. Hoy nadie sobreviviría en el entorno natural sin contar con la debida tecnología. La pregunta que convoca a esta primera mesa nos pone ante esa situación paradójica y que, tanto algunas prácticas artísticas como científicas, tratan de revertir en la medida que buscan recuperar el contacto directo con el entorno natural. Volver a la naturaleza, parece ser el desafío. Es como el regreso fenomenológico a la ocurrencia desnuda de las cosas. Hoy el arte ya no reacciona buscando un retrato, como lo hacía en el pasado a través del paisaje convencional, sino que genera experiencias y formas de conocimientos no formales. Creo que en eso se parece a la investigación que hace la ciencia de base, que trata de observar y explicar fenómenos y reacciones en contacto directo con el medio. C.V. Pensando en la multiplicidad de materialidades que moviliza esta exposición, convocamos en la segunda mesa a investigadores de las ciencias humanas y naturales que pudieran darnos su visión de lo que es la materia. Uno de los artistas de la muestra estará conversando con una especialista en ciencias medioambientales, un geomorfólogo y una botánica. No es evidente el vínculo entre ellos, pero de alguna u otra forma, todos abordan temas de destrucción, conservación y transformación de la materia sea por agentes ineludibles, como el paso del tiempo, sea por agentes agresivos, como las actividades contaminantes ejercidas por una parte de la especie humana. P.D. Creo también pertinente añadir una capacidad bastante evidente en el arte: la posibilidad de preservar. Toda obra busca apartar una experiencia y suspenderla, dejarla accesible para su fruición posterior. Una obra tiene una minúscula pero insistente ambición por permanecer. En este sentido, la exposición Movimientos de tierra encarna una vuelta a los materiales menos suntuarios y lujosos. La instalación Zona de flujo de Cristián Velasco ¡vuelve a meter tierra al museo! Es una barbaridad, se podría decir. El museo que debe permanecer inmaculado de pronto se llena de lana, de paja, de tierra. ¿Museo o pesebre? Esa tensión también está estirada al máximo en el pórtico de fardos que diseña José Délano: el esplendor perecible de un monumento en base a material que no perdura. Haciendo, además, un guiño al estilo neoclásico del museo. Al final, va a ser que también traemos algunas rimas de la crítica institucional al vientre mismo de la gran institución centenaria. C.V. La tercera mesa es, en cambio, más específica. A ella están convocados un biólogo, un antropólogo y uno de los artistas de la exposición. La idea es que en conjunto elaboren una definición compleja de paisaje. P.D. Bueno, sabemos que el paisaje es una construcción cultural que nos sirve para convertir el territorio en el escenario de una nación. Ese vínculo ha aparecido repetido en la evolución de la memoria de un país. Y las artes pictóricas han sido, en ese sentido, un complemento a la exaltación de cierto tipo de relatos. Personalmente, me interesa más descubrir la multiplicidad de capas que encierra un mismo paisaje que, visto por un artista, comparece de una forma, visto por un antropólogo, adquiere otras connotaciones, mientras un biólogo o un artista nos enseñan nuevas facetas que ayudan a complejizar la presencia de una serie de variantes abiertas. Siempre fascina pensar o tratar de ver como otro, desde otro. C.V. La cuarta mesa con la que cerraremos la jornada se plantea como una oportunidad para pensar la agencia que tiene el ser humano en el ambiente; una agencia que ha alcanzado ya una escala que excede con creces la propia escala, provocando una mudanza en la concepción de tiempo incluso. Una especialista en cambio climático, un filósofo y una de las artistas presentes en la exposición dialogarán en torno a la noción de Antropoceno. P.D. Lo decía al comienzo: yo no tengo claro cómo debemos entender que la naturaleza no es más que una ficción inventada por la investigación. De cierto modo, esa es una pregunta que ya estaba en la filosofía presocrática. Tampoco sé si la naturaleza es un conjunto de condiciones sociopolíticas impuestas sobre la materialidad de un lugar (el romanticismo tendría que decir algo al respecto). Por último, la naturaleza es tal vez nuestro don del espíritu trasladado a los distintos componentes no artificiales de este mundo, cosas que nos preceden. La naturaleza es lo que estaba aquí antes, por decirlo así. No lo sé. Hoy en día, muchas veces sólo llegamos a entender lo natural como aquello que nosotros ponemos bajo amenaza y buscamos proteger. Es decir, nuestro antagonista más querido. Sabemos, además, que día a día variamos en forma más flagrante la composición de nuestro planeta, al punto que discutimos si hemos entrado en una nueva era geológica en la que nuestra acción desatada, como miles de millones de humanos que somos, supone la liberación de gases invernadero, la reproducción del plástico, la alteración genética de las especies, la sintetización de sus propiedades… supone la supresión de base de los mecanismos de un sistema autorregulado. Para que la naturaleza siga siendo natural, vamos a tener que inventar la tecnología necesaria. Por lo mismo, cada día parece más inevitable que tengamos que pensar en dejar atrás el concepto de naturaleza para empezar a pensar en otra realidad. En esta exposición hay nuevas vistas, hay testimonios y variantes de esto que hablo. Me intriga mucho saber qué es lo que van a ver nuestros invitados.   El coloquio se realizará el día 21 de julio de 2017 entre las 9:30 y las 18hrs. y convoca especialmente a docentes de arte y ciencias de distintos grados de enseñanza, estudiantes de arte, de pedagogía en artes y ciencias, de historia del arte y estética, así como al público en general. La Actividad gratuita con inscripción previa en este link. Aquellos docentes que lo soliciten recibirán certificado de asistencia otorgado por el Departamento de Arte UAH. VER PROGRAMA DEL COLOQUIO VER FOTOGRAFÍAS DE LA EXPOSICIÓN En el marco de la exposición Movimientos de tierra. Arte y naturaleza y como complemento al coloquio, se invita al público a asistir a una serie de documentales sobre Land art. La programación ha sido realizada por Pedro Donoso, curador de la muestra y será presentada por el teórico del arte Ignacio Szmulevic, editor del libro El fin de la página en blanco. En Arte, ciudad y esfera pública en Chile (Metales Pesados: Santiago, 2015). La actividad es gratuita y los cupos disponibles hasta completar aforo.