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Conoce la investigación sobre filosofía de la inteligencia y conciencia artificiales de Anja Lueje, alumna del Doctorado en Filosofía UAH

14 abril, 2023
  • La estudiante del Doctorado en Filosofía UAH nos contó sobre su proyecto de investigación y también profundizó sobre su experiencia siendo parte del programa. 

“Mi investigación busca elaborar un criterio filosófico y conceptual claro sobre qué significa que un sistema artificial pueda ser considerado inteligente y consciente. Para ello planteo, que los términos: inteligencia y consciencia, deban ser formulados partiendo desde el significado que estas capacidades tengan en la esfera humana. Para luego hacer una analogía funcional con los sistemas de IA”, comenta Lueje.

¿De qué trata tu investigación específicamente?

Es necesario, primero, establecer una definición suficientemente amplia de la inteligencia humana, que incluya a la conciencia como una condición suficiente y, a partir de ello, como segundo movimiento, establecer el criterio para la analogía funcional con los sistemas artificiales. Sin embargo, es preciso resaltar que lo último significa que la analogía entre humanos y máquinas está restringida a sus aspectos funcionales. Esto quiere decir que, lógicamente, no podemos analogar completamente las capacidades mentales entre humanos y sistemas artificiales puesto que, entre otras cosas, los primeros estamos compuestos por materiales biológicos mientras que los segundos, por metales (aunque existen proyectos que exploran la posibilidad de generar computadoras con otro tipo de componentes, como el carbono). Luego, el alcance de una analogía funcional se limita a los procesos internos, típicamente concebidos como la organización causal que da origen a una determinada secuencia de inputs y outputs, que pueden comportarse de manera similar tanto en humanos como en sistemas de IA. Un ejemplo de ello podría ser que imaginemos a un ser humano y una IA enfrentándose en una partida de ajedrez, como ya ha ocurrido en el pasado. Si realizas una resonancia magnética funcional al ser humano que está compitiendo en el juego, vas a ver que se encienden las áreas frontales y prefrontales de su cerebro, puesto que estás son las áreas involucradas en este tipo de actividad mental. Ahora bien, evidentemente, un sistema de IA no posee un cerebro como el nuestro, ni neuronas, ni neurotransmisores. Pero el funcionamiento de los sistemas de Machine Learning (ML) están inspirados en el funcionamiento de las neuronas, funcionan a través de parámetros entrenados mediante un mecanismo de compuertas lógicas mediante los cuales aprehenden los patrones de un conjunto de estímulos o datos. Los modelos de ML ya entrenados con grandes cantidades de datos pueden predecir la siguiente jugada más eficaz estimando su probabilidad de éxito basándose en su “memoria” de jugadas anteriores y extrapolándola al caso presente. Y la inteligencia humana, digan lo que digan, se comporta de una manera análoga, basándose en experiencias previas que les permiten formular hipótesis de comportamientos futuros con alta probabilidad de éxito. Esto puede ser considerado una analogía funcional. Sin embargo, podría levantarse la objeción, como muchos lo han hecho, a propósito de GPT-3 o Lamda, que los sistemas no comprenden lo que hacen y que por eso estos no son inteligentes. Que no pueden escribir sonetos, no pueden sentir placer o dolor, etc. Para esto es muy influyente el concepto de conciencia fenomenal de Ned Block, puesto que a partir de éste se ha dicho que, por más que una IA pueda vencer a campeones mundiales en juegos de estrategia y cosas similares, estos nunca van a poseer experiencias fenomenales asociadas a sus tareas. Esto es, nunca van a poder saber cómo se siente evaluar la partida, ver el tablero en la mesa, etc. Pero nosotros no tenemos acceso epistémico a las experiencias de las máquinas. Lo que sí podemos evaluar, es cómo la máquina se comporta, cómo procesa los estímulos o inputs, bajo qué mecanismos selecciona la siguiente jugada, etc. En este sentido, creo que es lógicamente posible que una máquina pueda tener experiencias asociadas a sus inputs y procedimientos, obviamente, muy disímiles a las de nosotros, pero análogas en función. Las máquinas realizan escaneos internos de su funcionamiento total, y ¿que impide que digamos que la máquina piensa, en analogía a nosotros? Entonces, mi apuesta es que sí podemos lograr una concepción funcional sobre la conciencia fenomenal, que razonablemente otorgue a los sistemas un sentido de sí mismos o de lo que están haciendo, podríamos despejar al menos teoréticamente el problema de la inteligencia y la conciencia en las máquinas.

¿Por qué quisiste trabajar en torno a ese tema?

Primero que todo, siempre me he sentido cercana a la visión computacional de la mente, cosa que quise indagar en mi investigación doctoral. Además, en la fase de diseño del proyecto de investigación, me di cuenta de que al interior de mi disciplina había una carencia enorme de un concepto de IA que fuese lo suficientemente amplio y a su vez, lo suficientemente operativo, que dé cuenta de lo que es una IA consciente.

¿Por qué es tan relevante estudiar filosofía en los tiempos actuales?

La relevancia de la filosofía, a mi juicio, no solo hoy, sino que históricamente, es lograr captar el espíritu de los tiempos y saber llevarlo a conceptos, como decía Hegel. Esto puede sonar un poco ambicioso y especulativo, pero no lo es tanto si se piensa bien, ya que a través de la comprensión conceptual de ciertos aspectos de la realidad que nos parecen difusos, se marca una pauta o un camino para saber cómo abordar distintos tipos de problemas e intentar resolverlos. Así, la filosofía, en diálogo constante con las ciencias sociales y naturales, enriquece la perspectiva sobre los problemas que más afectan a la humanidad y al planeta.

¿Cuál es tu visión del estado actual de la investigación y los estudios filosóficos desde Latinoamérica?

Creo que la calidad de la investigación que se hace en Chile y en Latinoamérica es muy buena. En los últimos años me he sorprendido positivamente de la calidad del trabajo de mis profesores y compañeros. Los latinoamericanos estamos ganando cada vez más presencia en las discusiones internacionales, con un trabajo original, rico, y riguroso. Creo que esto se debe, desde mi perspectiva, primero, a que los latinoamericanos tenemos que esforzarnos mucho para ganar visibilidad y segundo, a que la realidad de los países coloniales enfrenta una complejidad a la que quizás los países del primer mundo no están tan expuestos. Eso te obliga a pensar, a replantear una y otra vez problemas cotidianos y no tan cotidianos, trayendo como resultado propuestas muy robustas. Creo que el mundo tiene mucho por ganar fijándose en el trabajo realizado en las periferias y espero no estar exagerando al decir esto.

¿Cómo ha sido tu experiencia hasta el momento en el Doctorado en Filosofía?

Buenísima. Al igual que en el pregrado, que realicé también en la UAH, he contado con todo el apoyo de profesores, funcionarios y compañeros para llevar a cabo mi investigación. Es más, creo que de no haber sido por las herramientas teóricas y metodológicas entregadas por el Doctorado, me hubiese sido imposible hacer un proyecto de investigación sobre un tema tan ambicioso y difícil. Otra cosa que es muy importante recalcar sobre el Doctorado y la Universidad es que la comunidad es muy cálida y dispuesta a colaborar con cualquier cosa que se les pida.