
Convocatoria: Pensar entre pantallas
Hoy las pantallas son nuestro principal modo de acceso al mundo, a la información, al ocio, al negocio, a la formación, al placer, al deseo, y a los otros; a nuestros amigos, familiares, amantes conocidos o desconocidos (según permiten las aplicaciones de interacción social). En consecuencia, su presencia constante, cotidiana e imperativa, ha difuminado los límites tradicionales que teníamos entre el ocio, la diversión y el trabajo.
La pantalla, por lo tanto, es omnipresente y planetaria ya que es también el lugar donde circulan, principalmente, todas las imágenes que le dan existencia a la vida privada y social. Utilizamos pantallas para ver, hacernos ver y para entender el mundo. En este sentido, no es una exageración estimar que nuestra vida es cada vez más una «vida en la pantalla», ya que esta se ha convertido en la prótesis más importante de la existencia humana.
McLuhan nos anticipaba que un medio siempre contiene a otro medio. Así pues, podemos rastrear la evolución de las pantallas desde el cine hasta el teléfono móvil y descubrir que en cada de uno de sus modos y procesos de masificación nosotros nos transformábamos junto con ellas.
Israel Márquez, quien desarrolla una genealogía de las pantallas, nos da cuenta de que primero fue la gran pantalla del cine que constituía una mirada atenta y lineal, por un lado y, por otro, la presencia frente a esa pantalla del espacio cinematográfico tenía el carácter de evento social. Luego, con la llegada de la televisión instalada en medio del espacio familiar se inaugura un proceso de domesticación del aparato. La mirada es menos tenta y menos lineal, se da una «recepción distraída» al ser realizada en medio de las acciones domésticas y las conversaciones familiares. La incorporación del control remoto, posteriormente, y la cultura del zapping no solo modifica la atención del telespectador, también modifica los modos de producción visual, especialmente con la instauración de la pantalla con función publicitaria y educacional.
Luego, tenemos un gran salto tecnológico y comunicacional hacia el computador que vino a afianzar la dinámica de intimidad con la pantalla. Ya no es el mando a distancia del control remoto del televisor, sino que es el teclado del computador que viene a sustituir la máquina de escribir (conservando la distribución QWERTY) donde el usuario percibe a través de la escritura exteriorizada y las órdenes visualizadas en la pantalla un mayor grado de intimidad. Otra innovación técnica importante vino con la revolución de Macintosh y su interfaz intuitiva con el desarrollo de ventanas que aparecen en la pantalla para visualizar información donde la atención y la mirada se divide en el paseo entre imágenes simultaneas (por la incorporación de internet) restando o disminuyendo aún más la capacidad de focalizar la atención.
Por último, y una de las transformaciones más radicales de la pantalla, es la llegada del teléfono móvil. Márquez nos dice que la reducción de su tamaño vuelve a la pantalla del celularvestible» ya que se moviliza entre nuestras ropas y se interioriza entre nuestro cuerpo hasta casi volverla invisible. Por otro lado, se vuelve táctil, trayendo consigo na transformación entre el acto de ver y de tocar. En consecuencia, adherimos una prótesis táctil, visual y cognitiva en la que desaparece la distancia escénica de la mirada y nos acercamos a la proximidad afectiva del tacto. En resumen, la pantalla móvil se vuelve una pantalla total porque todo puede ser grabado, almacenado, reproducido y compartido al instante. Su uso trastoca los límites de lo público y privado y radicaliza los tiempos de atención y los tiempos de conexión ante la necesidad de estar permanentemente atentos a las notificaciones, mensajes y a la actualización del mundo a la “velocidad del scroll”.
La pantalla total, en definitiva, se emparenta con la mano como el órgano activo por excelencia, con el que tocamos, modelamos y transformamos el mundo, un mundo convertido cada vez más en pantalla a través de un sistema mercantil que produce una «industria del aislamiento».
El móvil permite a las personas retirarse o suspender perceptivamente el espacio público para entrar en una esfera (una pantalla) o en una burbuja de datos privatizados y códigos binarios al infinito, devenidos en un mar de información e imágenes infinitas y a disposición sin pausa.
¿Pero, y qué nos ocurre con las imágenes en este régimen de circulación?
Susan Sontag señalaba que una sociedad capitalista requiere una cultura basada en las imágenes porque necesita de mucho entretenimiento para estimular la compra y anestesiar las heridas de clase, raza y sexo. Pero, por otro lado, sabemos que no podemos detener las imágenes porque sería como querer detener el pensamiento o la imaginación de la humanidad. En este sentido, Andrea Soto Calderón nos recuerda que «no hay sujeto sin imágenes», por lo tanto, de lo que se trata es de asumir el desafío de, a través de las imágenes mismas, subvertir los regímenes de las rutinas visuales.
Habitar un mundo en un momento donde, quizás, nunca antes en la historia hubo tanta capacidad técnica, social y tecnológica para consumir, producir y hacer circular imágenes en la inmediatez, o estar en medio de nuevos saltos tecnológicos con el desarrollo de la inteligencia artificial junto a fenómenos masivos, como por ejemplo, la reciente “ghiblización de las imágenes” donde pareciera que por medio de la intensificación de la producción visual lo que se desplaza o rezaga es la imaginación y creatividad. Soto Calderón nos devuelve unas preguntas en relación con estos fenómenos ¿Cómo hacer que la imagen no se transforme en pantalla?, en el sentido de que se vuelvan impenetrables. ¿Cómo hacer que las imágenes fracturen lo sensible y formen disidencias subjetivas que nos permitan abrir otros imaginarios?
En este contexto y planteamiento problemático te invitamos a pensar, con imágenes y entre pantallas, a través de un ejercicio de disidencia visual colectiva.
En el marco de la exposición fotográfica te invitamos a ser parte de esa exposición a través de una imagen creada por ti o seleccionada por ti (dentro de la cultura visual) entre las imágenes de uso público que circulan en las redes. La idea es que estas imágenes permitan activar:
- una reflexión con el problema propuesto (producción de subjetividad a través del uso de las pantallas y la circulación de las imágenes) “o”
- que funcione como un “pensamiento disidente y sensible” que permita abrir paso atros imaginarios y reflexiones o nos invite a otros modos de mirar las imágenes y las pantallas, sus exteriores o sus márgenes.
Las imágenes propuestas serán exhibidas en pantalla por lo que deben ser formato jpg, o en caso de que sean imágenes en movimientos se solicita una duración máxima de 40 segundos.
En el envío debes incorporar nombre de la imagen propuesta, u obra a la que pertenece la imagen e indicar el nombre del creador/a o del seleccionador/a de la imagen y explicar en dos a tres líneas por qué propones esa imagen.
Enviar las imágenes al correo pensarentrepantallas@gmail.com
Nota: Tener presente que las imágenes propuestas y seleccionadas deben ser imágenes de uso público.