
LAS ARPAS ROTAS de Sebastián Núñez Torres
El joven poeta presenta en 28 páginas una obra exquisita, cuya densidad es justa, necesaria, nada sobra, nada falta y todo en ella resuena para volverse a leer. Porque de este poemario se sugiere más de una lectura, en calma, con gusto. Para digerir sin prisa y en su paso, relevar los residuos que deja la corrupción del poder.
Por: Gabriela Paz Morales Urrutia, periodista y poeta.
Sebastián Núñez Torres (Santiago de Chile, 1984) es poeta, docente e investigador académico. Licenciado en Lengua y Literatura en la Universidad Alberto Hurtado. Master en Didáctica de la Lengua y Literatura de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), diplomado en Estética y Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Candidato a doctor en Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Miembro fundador del grupo de difusión poética «Vórtice». En poesía publicó “El bosque de los ausentes” (2015) con Editorial Puerto de escape. Y “Las arpas rotas” (2020), con Bajo la lluvia Ediciones.
Esta obra cuenta con prólogo del inédito pero rotundo poeta chileno Franco Artigas, el cual sobre “Las Arpas rotas” enuncia “… que quien conoce la belleza es siempre el poeta presenciando la ruina” después de tremenda frase, pareciese que no se debería decir nada más, a modo de señal evocativa suficiente. Sin embargo, vale el tiempo hacer algunas menciones que dan cuenta de la interesante magnitud del segundo poemario de Sebastián Núñez Torres.
Obra transversal
Residente en la V Región, impulsado por el descontento de su generación y la revuelta social chilena, iniciada el 18 de octubre del 2019, Núñez termina configurando una obra que podría ser apreciada prácticamente en cualquier espacio tiempo de la historia. Pues este poemario deshecha el versar en clave de política explicita fácil, para en su lugar adentrarse con poética profunda en las raíces de la debacle de los ideales humanos. Y lo hace, con un lenguaje preciosista, de gran cuidado estético, sin dejar por ello la crudeza que declama. Sino todo lo contrario, es la palabra articulada en joya la que rebana el estatus quo al ritmo del más dulce sonido de las arpas rotas. Donde el autor, a ratos se da la licencia de jugar con lo indecoroso a modo de fractura, para rasguñar con rudeza la respuesta hermosa que nace del dolor. Este punto es explicito en el poema Versos para la academia que parte así “Pléyades incontables de chupapicos/ y miríadas de imbéciles multitudinarios…”
En tiempos donde prolifera la poesía de fácil deglución, ya sea por: pulsión de urgencia, calle, proliferación para masas o apremio en redes sociales, se agradece con especial cariño la contraparte en escena del poemario “Las arpas rotas” que pone sobre la mesa al texto con todo el potencial arrebatador que le merece, si de interpelar a los poderes se trata, con ecos semánticos polifónicos, con guiños barrocos notables, pulsión inquisidora, sin concesión alguna, sin tregua para quien lee, ni escapatoria para la realidad que es rechazada.
Es interesante el cruce de referencias literarias de Núñez, donde su obra evidencia la pasada de lectura de Allen Ginsberg, uno de los precursores del movimiento Beat estadounidense de la década de los 50´s, un poeta anticapitalista, un creador para la libertad, pero desde el desenfado y la palabra afiebrada, rasgos que también se encuentran en la poesía de Sebastián. Pero lo entretenido de “Las arpas rotas” es que el poeta nacional a toda esa onda iconoclasta, le suma códigos estéticos que nada tienen que envidiar a Baudelaire y otros poetas malditos. Ahora mira tú de qué te estoy hablando:

TENDENCIA
De nuevo el viento cierra las puertas
empecinado en quedarse solo en los cuartos.
El viento, es el viento que desordena
la cabellera de los siglos
cuando se rompen las crisálidas
y pasan aullando las horas postergadas.
Tú escribes obituarios o palabras
que duelen antes de pronunciarse.
Pero hoy te digo que olvides
las rutas conocidas del sosiego
y que no cometas el error de Orfeo
de mirar atrás,
pues iremos tan lejos
que nos adelantaremos a la causalidad
y los hechos ocurrirán antes que los motivos.
Tú que permanecerás dormida
en las corrientes abisales
como el detritus de dioses condenados,
nosotros que seremos otro engrane
en la trama de los teseractos
con el sol reverberando
en las orillas de un sueño irrescatable.
(Las arpas rotas, 2020)
PRELUDIO
Como aquellos infelices
que a los pies del Vesubio
ignoraban la ruina,
viajando como forajidos de ningún lugar
en el lomo de estoicos buses, orugas rechinantes que se arrastran
a través de los intersticios de la columna vertebral de la noche.
En las metrópolis cae la sombra totalitaria
y tiembla la bondad de los pusilánimes
los sin nombre, corderos devorados en una corte de lobos,
parias de la relativa tolerancia a la presencia exasperante
¿Por qué seguimos sin decir nada en este delirio?
Detenidos ante la puerta
con la dudosa intención de habitarnos,
reclamando un puñado de hojas secas
o cualquier palabra que sosiegue el hambre del vacío.
Occidente, luces decrépito
cuando te arrodillas a beber
en tus riberas desoladas.
Entre las cúpulas del ocaso
se desmoronan los siglos
que te ignoran. Y estás solo
en tu festín, en tu hecatombe
de miradas vacías
en la mesa donde ya nadie
volverá a responder
el llamado de la madre.
¿Quién será la diosa de los mercaderes planetarios?
¿Qué esfinge seducirá legiones de narcisos
cautivos en los fractales de vidas caleidoscópicas?
Leviatanes de la estulticia que se ahogaron
en el pantano del éxtasis digital
mientras el viento barría su letargo
de hojas secas marchitando
en los rincones del espacio y el tiempo.
Apatía, déjame descansar al menos
bajo el dosel de la ventana
donde la amada ha rechazado
la plegaria del ruiseñor. Háblame
antes que el silencio se convierta
en el grito de lo inútil.
Ebrios de miradas desafiantes y puños levantados,
al borde de autopistas con el sol burlesco en las espaldas,
en los intersticios de noches pétreas, demencia,
luz gestándose en el útero del neón
en parques bajo el aliento cansado de faroles
y la danza de semáforos en las orquestas de la esquizofrenia.
En las calles de la Gran Ciudad, esquivando estampidas
de automóviles, sulfuraciones de claxon como latidos
en el corazón congestionado del vértigo.
De Las arpas rotas (2020)
EL ARRIBO
A la hora presupuestada
acudieron los monarcas de la materia.
Trayendo la guerra eterna el Gólgota de las bestias
para los hijos de América,
la que respira con dificultad entre bostezos de fábricas
y ríos vaciados en los páramos del atardecer.
Llegaron en el vientre de aeroplanos
blandiendo las banderas del Gran Reino Transnacional,
en las noches descomunales de los bosques andinos
y las lejanías congregadas en los cementerios minerales de las pampas,
se infiltraron como cauces subterráneos en los valles
mientras el granjero araba la tierra y el gusano dormía plácido en el fruto.
Con la retórica incuestionable de los dólares, dólares por doquier,
erradicando barbarismos y prendiendo las calderas
para poner a fundir la piedra inútil del pasado.
Una legión de colonizadores mentales
repartiendo ídolos de mansedumbre
y eternos deseos órficos
entre las huestes de la lobotomía digital.
Fantoches de la comedia bursátil
que erigieron rascacielos y durmieron la siesta en oficinas
soñando con el dogma del asfalto,
que asaltaron las fronteras como ícaros metálicos sobre rostros despavoridos
y escupieron al sol sin temor a la hoguera de las Vanidades,
que subastaron el pergamino de las latitudes
entre habanos y risotadas de bufones insaciables,
que dieron órdenes de compra y obtuvieron descuento
en los mercados mayoristas de la Felicidad,
avales sonrientes para el crédito del alma, dólares y whisky
en el catecismo absoluto de las Libertades.
Hombres de negocio en los concilios de la Parusía
que establecieron las cláusulas para cuando el desempleado Jesús
venga a pedirles trabajo,
burguesitos afeminados de cuello y corbata bebiendo mocaccinos,
serios padres de familia que tuvieron amoríos dantescos
con empleadas domésticas,
reuniones de directorio, masturbación patricia
y golden retrievers corriendo en las praderas,
que conquistaron a los salvajes con la ferocidad
de la bestia racional capitalista,
una casta pletórica de timadores invictos
exprimiendo los pechos de la usura.
Llegaron en el día estipulado
en los calendarios del presente inmediato,
donde abril no es el mes más cruel
sino otro instante para que se marchiten y se oxiden los geranios.
Pisoteando con la bota de los poderes en marcha
los hombros cansados de Atlas, el miserable,
escupiendo huracanes y delirios prometeicos
como sultanes ingresando a los pueblos
tras un reguero de maravillas babilónicas.
Señores vitalicios del porvenir
ahítos en un festín de uvas feroces,
vírgenes de coños benditos y manantiales del vino
embriagando sus corazones
que son tundras habitadas por relámpagos,
que evacuaron doctrinas en las cloacas
saturadas de la desesperación
mientras duraba el soma de los mercados al alza,
que pusieron a Pandora a servir café,
emplearon a Paimon sin feriados legales
y desataron su propio apocalipsis de dandys descarriados,
uróboros pansexuales del amor dromedario,
arquitectos del jardín ilimitado
llevando sus cornucopias de bolsillo
a través de siglos de apetitos titánicos.
Las arpas rotas (2020)
QUÉ NOS PUEDE CONTAR SEBASTIÁN NÚÑEZ SOBRE “LAS ARPAS ROTAS”
¿Cómo nace este libro, cómo fue el proceso de su escritura?
Las arpas rotas nace de un largo proceso de maduración de lecturas y reflexiones en torno a la poesía, el modelo de sociedad global y el rol que desempeña la literatura en la época contemporánea. Su escritura fue un proceso relativamente fragmentario, afectado profundamente por el estallido social como síntoma terminal de una crisis sistémica; mi participación activa en marchas y enfrentamientos contra los pacos y mi decidido compromiso con el arte como vehículo de la sensibilidad y la toma de conciencia frente a la alienación y los abusos del Poder.
¿Si tuvieras que resumir esta obra en un verso, cuál sería?
“Vivir en la determinación contra el veredicto de los días febriles.”
¿Qué referentes literarios y cotidianos, atraviesan “Las arpas rotas”?
Los literarios son a la vez los cotidianos, pues la poesía es una parte esencial de mi vida. Resultaría excesivo y, sospecho, demasiado tedioso mencionarlos todos. Pero a grandes rasgos celebro para esta obra la influencia de Eduardo Anguita y Rosamel del Valle, magos indiscutibles del verso. Jorge Teillier, Efraín Barquero y la poesía romántica alemana y francesa, así como algunos elementos de la lírica inglesa. También mucho de la poesía de Naín Nómez, a mi juicio menos valorado de lo que debería. Los cantos apocalípticos y abrumadores de Ginsberg, para mí uno de los más grandes de la poesía norteamericana junto con Whitman y Allan Poe. T.S. Eliot, Baudelaire, Gioconda Belli y Emily Dickinson, entre algunos otros nombres que han enriquecido mi quehacer literario y mi valoración de la poesía. Y, por supuesto, mis caminatas por las inmediaciones a mi residencia en Quilpué, cuyos valles ocultos, bosques subrepticios y senderos perdidos, tienen un valor incalculable en mis experiencias de escritura y conexión con el medio ambiente.
Cuéntanos sobre Vórtice
Vórtice es una iniciativa personal que nace como idea en conversaciones con colegas y otros poetas de Valparaíso, interesados en difundir sus obras, organizar lecturas y en contar con un espacio de pertenencia para el quehacer literario. Pero además es una búsqueda de voces contemporáneas de la poesía chilena y latinoamericana; en especial de poetas que comienzan a circular en los circuitos literarios actuales y cuya obra representa una propuesta comprometida con el arte en tanto práctica sensible y reflexiva. En esta lógica, apelamos a la honestidad del verso y rechazamos las modas fáciles de la literatura que solo apuntan al efecto pasajero y rimbombante, pero no a la creación de valores literarios capaces de perdurar en el tiempo.

Sebastián Núñez Torres (Santiago de Chile, 1984) es un poeta, docente e investigador académico. Es licenciado en Lengua y Literatura en la Universidad Alberto Hurtado. También obtuvo una maestría en Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), a la que se suma un diplomado en Estética y Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente es tesista del doctorado en Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Fue miembro fundador del grupo «Vórtice», que organiza lecturas y encuentros poéticos en Valparaíso, junto a otros poetas de la Quinta región de Chile. También se ha dedicado a la docencia universitaria.
Su primer libro llevó por título El bosque de los ausentes (2015) y se publicó en la Editorial Puerto de escape.
FICHA DE LIBRO
Autor: Sebastián Núñez Torres.
Editorial: Bajo la lluvia Ediciones.
ISBN: 978-956-40-0196-1
Nº de páginas: 28 pp.
Año de publicación: 2020.
Dónde comprarlo: Puedes escribir a su autor a sebant@gmail.com