¿Por qué confiar en la ciencia frente a otras creencias como el terraplanismo o el antivacunismo?
Maribel Barroso es la primera mujer en Chile en obtener un doctorado con una investigación en filosofía de la ciencia, marcando un hito en un área tradicionalmente dominada por hombres. Desde pequeña, sentía fascinación por las ciencias y soñaba con ser astrónoma; sin embargo, fue en la filosofía donde encontró una vía para comprender la ciencia de manera profunda y crítica, permitiéndole explorar las grandes interrogantes de la humanidad desde una perspectiva única.
En 2017, Maribel tomó la difícil decisión de migrar a Chile, impulsada por la necesidad de encontrar un entorno donde la investigación contara con el respaldo y apoyo que en su natal Venezuela había dejado de existir debido a la crisis política y económica. Eligió cursar su doctorado en la Universidad Alberto Hurtado, motivada por los valores jesuitas que promueven la construcción de una sociedad más justa, solidaria e inclusiva, y el contacto con una comunidad académica que le permitió expandir su visión y su desarrollo intelectual.
En su paso por el Doctorado en Filosofía de la UAH, Maribel ha abordado temas complejos como la inducción y la demarcación científica, inspirándose en las ideas de William Whewell para replantear los enfoques tradicionales en filosofía de la ciencia. A lo largo de su trayectoria, ha aprendido a navegar en la incertidumbre y a desentrañar la complejidad del conocimiento científico, guiada por la convicción de abrir camino a más mujeres en su disciplina y de contribuir a una comprensión más inclusiva y crítica de la ciencia y su rol en la sociedad.
—¿Qué significa para ti ser la primera mujer en Chile en obtener un doctorado con una investigación en filosofía de la ciencia? ¿Cómo ha sido el camino para llegar a este logro?
La verdad es que este dato me tomó por sorpresa. Es tan común ver que la filosofía de la ciencia esté dominada por hombres que, de alguna manera, inconscientemente, lo había interiorizado.
Me llena de alegría y orgullo saber que soy la primera mujer en Chile en obtener el grado de doctora con una investigación en filosofía de la ciencia, y espero ser solo la primera de muchas más. Creo que las mujeres tenemos mucho que aportar en esta área, como en cualquier otra.
—¿Por qué elegiste la UAH para cursar este doctorado y qué te ha parecido la experiencia?
Elegí la UAH principalmente por dos razones. Primero, tras investigar sobre la Universidad, me identifiqué de inmediato con su enfoque y valores humanistas. La segunda razón es el apoyo que recibí desde un inicio por parte de Waleska Segovia, la entonces coordinadora de postgrado, y de Juan Manuel Garrido, el director del programa. Ahora, cuatro años después, puedo decir que tomé la mejor decisión. Mi experiencia ha sido excelente: profesores de alto nivel, un ambiente cordial y estimulante para la discusión filosófica, y una convivencia enriquecedora entre administrativos, académicos y estudiantes. La UAH es para mí una segunda alma mater.
—¿Qué ventajas ofrece un enfoque más amplio en filosofía de la ciencia general para comprender a la humanidad?
Creo que más que ventajas, los temas que aborda la filosofía de la ciencia general permiten una perspectiva profunda sobre ese conocimiento especial al que llamamos ciencia. Este enfoque nos ayuda a ver los desafíos que enfrenta y enfrentará la humanidad en torno al desarrollo científico y su relación con la sociedad, la tecnología y otros tipos de conocimiento. Por ejemplo, si en el siglo pasado nos preocupaba la relación entre ciencia y tecnología para crear armas de destrucción masiva, hoy nos enfrentamos a las implicaciones de la inteligencia artificial y las realidades virtuales. La filosofía de la ciencia ofrece conceptos y teorías que nos permiten una crítica informada y profunda acerca de estos temas.
—¿Crees que nos falta plantearnos las preguntas correctas para resolver problemas de la sociedad? ¿Cómo avanza tu investigación en esa línea?
Creo que hace falta aprender a vivir con la imperfección y la incertidumbre. No creo que haya una “solución” para los problemas sociales; más bien, creo que esa idea puede llevar a visiones absolutistas. La búsqueda debería centrarse en construir una sociedad más justa, con menos brechas, aceptando que esta es una tarea sin fin. Mi investigación va en esa línea: no pretende solucionar la incertidumbre en la ciencia, sino más bien transparentarla y ayudarnos a entender que se trata de encontrar estrategias para vivir de la mejor manera posible con ella.
—¿Podrías explicar brevemente en qué consiste el problema de la inducción y por qué lo consideras central para comprender la ciencia?
El problema de la inducción en la ciencia radica en justificar racionalmente la aceptación de hipótesis o teorías científicas. Sin embargo, si entendemos por racional solo el razonamiento lógico, esta justificación se vuelve imposible, ya que la práctica de aceptación de hipótesis o teorías científicas no es modelable únicamente mediante razonamientos lógicos. Este es un problema en filosofía de la ciencia, ya que nos lleva a preguntar por qué confiar en la ciencia frente a otras creencias como el terraplanismo o el antivacunismo. Explicar dónde radica la racionalidad de la inducción es esencial para justificar la ciencia como un conocimiento confiable.
—Has mencionado que te apoyas en las ideas de William Whewell para tu investigación doctoral. ¿Qué aspectos de su filosofía han sido especialmente relevantes para tus estudios y por qué?
De Whewell tomo su particular teoría de la inducción y la reinterpreto con base en la literatura contemporánea. Sus nociones como la superinducción, la coligación de hechos y la consiliencia de inducciones, permiten entender la inducción no solo como un proceso inferencial sino como un razonamiento interpretativo y representacional, lo cual es central en mi investigación. Este enfoque es uno de los aspectos más innovadores de mi trabajo.
—¿Cuáles son las implicancias prácticas de estos métodos para tus conclusiones?
Entender la inducción como un razonamiento basado en modelos, en lugar de enunciados, se acerca más a la práctica real de los científicos. Cambiar de un paradigma lingüístico a uno interpretativo permite a los científicos comprender mejor sus métodos inductivos y fundamentar racionalmente sus conclusiones.
—¿Qué es la demarcación y la inducción? ¿Cómo ves la conexión entre estos conceptos y por qué decidiste centrarte en el problema de la inducción?
En ciencia, la demarcación es el intento de definir lo que hace que el conocimiento sea científico o no, mientras que la inducción trata sobre la justificación de las teorías científicas. Decidí centrarme en la inducción porque es fundamental para justificar la racionalidad del conocimiento científico, algo que también impacta en cómo distinguimos la ciencia de otros saberes.
—¿Qué camino esperas recorrer de ahora en adelante? ¿Cuáles son tus próximos planes?
Mis planes incluyen seguir investigando los temas que surgieron de mi tesis y continuar en el ámbito docente en Chile. Actualmente, soy vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Filosofía de la Ciencia (SOCHIFIC), un rol que me entusiasma mucho y desde el cual quiero impulsar proyectos que posicionen la filosofía de la ciencia chilena en la región.