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Roberto Saldías SJ, nuevo director de revista Mensaje: “No es solo una revista. Es parte del alma pública de Chile”

8 julio, 2025

El director del Instituto de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad Alberto Hurtado y académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Roberto Saldías SJ, fue nombrado director de la revista Mensaje por el provincial de la Compañía de Jesús, Gabriel Roblero, en remplazo de Juan Cristóbal Beytía SJ, quien asumirá como nuevo provincial el próximo 31 de julio. Saldías tomará este rol a partir del 21 de julio, en un momento en que la revista se prepara para celebrar 75 años de historia.  

 Desde su fundación, en 1951 por el Padre Hurtado, la revista Mensaje se propuso ser una plataforma para el diálogo entre la fe cristiana y los grandes temas sociales. Con el paso del tiempo se consolidó como un espacio plural, que no teme acoger voces diversas mientras mantiene un compromiso inquebrantable con la dignidad humana y el bien común.  

Conversamos con Roberto Saldías SJ, licenciado en Teología, magíster y doctor en Filosofía por el Centro de Sèvres, Francia, sobre los desafíos que implica este nombramiento y la relevancia de una publicación que ha marcado el pensamiento social, político y religioso del país. 

 

—Roberto, ¿Cómo recibe el nombramiento como director de revista Mensaje? 

Asumo este nombramiento como un gran desafío. Mensaje está pronta a cumplir 75 años desde que fuera fundada por san Alberto Hurtado en 1951. Es la revista escrita más antigua del país y ha mantenido, a lo largo de su historia, una presencia significativa en los ámbitos social, eclesial, cultural y político. Asumir su dirección es una responsabilidad grande, pero también una invitación a seguir discerniendo, junto a otras personas, cómo contribuir a la vida común desde una voz que no busca imponerse, sino ofrecer profundidad, sentido y esperanza.  

Es un honor, por supuesto, y también una invitación al respeto y al trabajo de una larga historia. Mensaje no es solo una revista. Es parte del alma pública de Chile. Ha sido testigo lúcido y, a veces, incómodo, de los procesos más complejos de nuestra historia reciente. Asumir su dirección no es solo continuar una línea editorial; es sumarse a una conversación que dura más de siete décadas, con conciencia del momento presente y del futuro que se abre. 

—La revista Mensaje ha tenido un lugar clave en el pensamiento social, político y religioso del país en el transcurso de los años. ¿Cómo valoras el legado de la revista? 

Mensaje ha sido un lugar de diálogo entre la fe y la razón, entre el cristianismo y la democracia, entre la espiritualidad y los desafíos sociales que configuran, también, elementos fundamentales de nuestra identidad como Universidad. En tiempos oscuros, como la dictadura militar, la revista fue un faro moral, ofreciendo análisis críticos, testimonios valientes y una defensa sin ambigüedades de la dignidad humana. Valoro especialmente esa capacidad de conjugar pensamiento crítico con una raíz evangélica que no se presta al poder, sino que lo interroga; que no da la espalda ni escapa al presente, sino que busca entrar en él desde el diálogo y desde la gran experiencia humana que nos regala el Evangelio. 

—¿Qué figuras o momentos emblemáticos de la historia de la revista le parecen especialmente significativos? 

Pienso que son muchos. Sin duda, la figura de san Alberto Hurtado como fundador marca una huella indeleble. Luego, las direcciones de José Aldunate SJ, Hernán Larraín SJ, Fernando Montes SJ, durante los primeros años de la dictadura —cuando la censura y el riesgo personal eran reales— fueron una expresión admirable de coraje intelectual y evangélico. También son significativas las décadas de apertura democrática, donde Mensaje contribuyó a pensar el país desde las claves de la justicia, la inclusión y la reconciliación. Y no menos importantes han sido los últimos años, en un contexto donde la revista ha sabido mantenerse como un espacio de diálogo abierto, razonable y sereno en medio de la polarización y el ruido. 

—La revista tiene una larga tradición de reflexión crítica y compromiso con lo público. ¿Cómo describiría su rol en el debate nacional e intelectual chileno?  

Diría que ha sido un lugar de lucidez crítica y de compromiso reflexivo. Nunca ha sido una revista ideológica ni partidista, pero tampoco ha sido neutral en lo esencial. Ha tomado posición frente a la injusticia, ha denunciado el abuso de poder y ha defendido la dignidad humana. Al mismo tiempo, ha sabido albergar distintas voces, a veces, incluso en tensión, lo que le da una riqueza única. Su rol en el debate nacional ha sido el de una conciencia que interpela, pero, como he indicado, que también escucha y se deja interpelar. 

—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta Mensaje hoy? 

Vivimos tiempos de fragmentación, desconfianza y de cierta fatiga respecto de las instituciones. Las redes sociales han acelerado el ritmo del debate, pero también han erosionado la calidad del pensamiento público. Uno de los desafíos de Mensaje es seguir ofreciendo un lugar para la reflexión pausada, donde las ideas tengan tiempo de madurar. Además, en un país que busca nuevos caminos, pero que también sigue arrastrando dolores históricos, necesitamos espacios que no rehúyan la complejidad ni renuncien a la esperanza. Mensaje puede ser —y debe ser— uno de ellos. Nos gustaría también que Mensaje sea más leída, especialmente por personas jóvenes univesitarias, universitarios, profesionales que buscan también un futuro esperanzador. Desde su fundación, Mensaje ha querido orientar a quienes nos leen, pero eso no puede hacerse sin lectoras y lectores que nos orienten también desde realidades que no alcanzamos a captar, desde lenguajes y experiencias humanas nuevas. 

—Desde su experiencia como académico y pensador, ¿qué aportes espera hacer en esta nueva etapa de la revista? 

Espero ayudar a mantener y renovar el espíritu de la revista: abrirla más a los mundos jóvenes, a las búsquedas espirituales de hoy, a los desafíos de la democracia, la ecología, la inteligencia artificial, el feminismo, los pueblos originarios. Me interesa cuidar el estilo propio de Mensaje: un lenguaje sobrio, denso, que no banaliza ni se deja atrapar por la moda, pero que tampoco se aísla del presente. Y quiero que siga siendo un lugar donde se piensa a Dios en serio, no desde la nostalgia, ni desde una suerte de piedad desencarnada, sino desde la urgencia del presente. 

—En un momento en que muchas publicaciones impresas enfrentan dificultades, ¿cómo ve el futuro de Mensaje? ¿Qué lugar ocupa lo digital en esa proyección? 

Es cierto que el modelo tradicional está en crisis, pero también es cierto que hay una sed de sentido que sigue viva. Lo digital no es solo una herramienta, sino una forma de estar en el mundo y queremos seguir desarrollando esa presencia. Mensaje ya tiene una edición digital activa (https://www.mensaje.cl/), y buscamos ampliar su alcance, sin perder la profundidad. Lo impreso sigue teniendo un valor simbólico y testimonial importante, pero necesitamos combinar ambos formatos para llegar a nuevas audiencias sin renunciar a nuestra identidad. 

Al término de la entrevista, Saldías reflexiona sobre la importancia de que espacios como revista Mensaje sigan existiendo. “Pienso que necesitamos lugares reflexivos donde el pensamiento y la fe se encuentren sin miedo”, afirma. Frente a una democracia que requiere ideas y no solo consignas, y a una Iglesia que necesita diálogo con el mundo en lugar de replegarse, “sigue siendo importante la existencia de espacios que recuerden que hay otra forma de mirar la realidad: con profundidad, con compasión y con compromiso”, concluye.