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Rodrigo Illarraga, académico visitante de la U. de Buenos Aires, y la exponencial importancia de la academia filosófica del continente.

27 febrero, 2024

 

  • Tras múltiples colaboraciones con la UAH, el Doctor en Filosofía actualmente co-dirige la investigación de Florencia Castro, doctoranda de Filosofía de nuestra casa de estudios, y prepara un libro que reflexiona los vínculos entre amor y política para Ediciones UAH.

 

Rodrigo Illarraga, Doctor en Filosofía y destacado investigador del CONICET, ha forjado una sólida relación académica entre la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Alberto Hurtado (UAH). Su trayectoria como profesor visitante y su participación en proyectos de investigación han consolidado puentes de colaboración entre ambas instituciones, enriqueciendo el panorama filosófico en el ámbito latinoamericano.

En esta entrevista, Illaraga nos habla acerca de la experiencia de intercambio académico, su visión sobre la filosofía en el contexto actual y su análisis de la situación política en Argentina y Latinoamérica. A través de sus reflexiones, conoceremos cómo su labor ha fortalecido el diálogo entre ambas universidades, contribuyendo al desarrollo del pensamiento filosófico en la región.

 

¿Cómo evalúa su experiencia siendo profesor visitante del Doctorado en Filosofía UAH?

Excelente. Desde hace ya cinco años venimos trabajando en conjunto entre la UAH y la UBA, acercando ambas dos instituciones, y lo vivido siempre es increíble a nivel académico y humano. Esta vez, como profesor visitante, tuve la oportunidad de pasar un semestre y combinar docencia y transferencia. El seminario sobre emociones políticas y sociales que dictamos junto a Trinidad Silva me puso en contacto nuevamente con el gran nivel y compromiso de los estudiantes de doctorado, y la actividad de extensión abierta al público respecto de constituciones en la Filosofía Antigua me puso en contacto con un público más amplio, interesado en acercarse al pensamiento político desde otro lado. Fue una gran alegría compartir tiempo, charlas e intercambio con colegas que, además de tener un nivel de excelencia, son personas entrañables; entre ellos, no puedo dejar de mencionar a la misma Trinidad; a Eduardo Molina, Juan Manuel Garrido y Vicente Cortés.

¿Qué es lo que destaca de ser parte de este programa?

Tal vez a contramano de las nuevas tecnologías, sigo creyendo que las instancias presenciales, cara a cara, son esenciales para el trabajo conjunto. Poder respirar el aire de trabajo que vive un lugar, tener contacto directo con colegas y estudiantes, compartir espacios académicos y también de distensión, son todas partes esenciales para la actividad científico-académica para aquellos que creemos en el trabajo colaborativo y la construcción colectiva de conocimiento. Al trabajo virtual que mantenemos continuamente pude sumarle ese aspecto esencial para las humanidades. En ese marco, tengo que destacar lo rico y provechoso que fue el trabajo con todos los miembros del doctorado, sus autoridades, su personal, profesores y estudiantes.

¿Qué nos puede comentar sobre la investigación de tesis que se encuentra co-dirigiendo? “Adivinación y filosofía en las filosofías socráticas” de Florencia Castro?

La tesis de Florencia Castro Possi es un trabajo innovador que vincula estudios sobre religión y filosofía antigua, revisando el rol de la adivinación en el pensamiento de lo que se conoce como «el círculo de Sócrates». Este grupo, que tiene a Platón como protagonista desde nuestra mirada contemporánea, estaba habitado por un importante número de intelectuales de filosofías muy diversas, y precisamente la tesis de Florencia busca indagar sobre ellos en lo que es un trabajo pionero a nivel mundial. Más allá de este aspecto «histórico», la investigación aborda preguntas que tienen un valor muy actual. Cuando se consulta el porvenir (los griegos lo hacían a través de adivinos, hoy en día mediante tarot, lectura de manos, o cartas astrales, por ejemplo), ¿a quién se está consultando? ¿De dónde se obtiene ese conocimiento? ¿Cuál es el rol de quien interpreta y cuál es el rol de quien recibe lo interpretado? En este sentido, el trabajo de Florencia responde a dos inquietudes: una disciplinar, que apunta a reconstruir el pensamiento de filósofos olvidados por la tradición; y otro más amplio, que nos lleva a preguntarnos por nuestro presente a través de la cultura griega, origen de la tradición occidental.

¿Cuál es su visión del estado actual de la investigación y los estudios filosóficos desde Latinoamérica?

En el campo de la Filosofía Antigua, Latinoamérica tiene una presencia significativa. Tenemos una tradición muy fuerte, con investigadores como Alfonso Gómez-Lobo en Chile o Conrado Eggers Lan en Argentina, sobre la que en los últimos años se ha construído un vínculo con las principales casas de estudio a nivel mundial. Hoy, Chile, Argentina, Brasil y México tienen especialistas de referencia en la arena internacional, una situación que, si es nutrida, puede seguir brindado frutos, como vienen siendo los programas de colaboración y grupos de investigación conjuntos, tanto dentro de la misma Latinoamérica como con casas de estudio en los Estados Unidos, Inglaterra y Europa Continental.

¿Cómo es el campo de la filosofía en Argentina en comparación con el chileno?

Creo que la principal diferencia son las escalas y dimensiones que se manejan, tanto por población general en Argentina como por concentración de la matrícula en un menor número de universidades. Por ejemplo, el Departamento de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires tiene alrededor de 300 docentes, la gran mayoría doctores. Por otro lado, una parte de los profesores tienen cargo de investigador permanente en CONICET (el equivalente a ANID), con lo que la afiliación institucional es compartida. La conjunción de las dos condiciones genera, a mi ver, una dispersión mayor de los académicos en relación a sus lugares de trabajo y una segmentación de los grupos de trabajo. En Chile existe más contacto con la propia universidad y con los colegas de trabajo, más allá de los temas que trabajen. Creo que el esquema de trabajo de la academia chilena tiene mucha potencia para la creación de equipos interdisciplinarios con capacidad de proyección internacional, pero también de intervenir en territorio, transfiriendo conocimiento a la sociedad de maneras más ágiles y directas.

El año pasado organizó charlas sobre constituciones de la antigüedad. ¿Tiene pensado repetir esta experiencia u organizar otro ciclo con otros temas?

Sí, tengo muchas ganas de volver a repetir la experiencia. Con mucha alegría he sido invitado a repetir la experiencia de profesor visitante UAH en el primer semestre de 2025 y me encantaría volver a pensar un ciclo de charlas o un taller abierto, interdisciplinario y amplio, que reúna a participantes con distintas formaciones, edades, extracciones y experiencias. En la pluralidad de voces y el intercambio habita una parte muy rica de la filosofía, que se asemeja a esos debates y charlas que recuerda Platón en sus diálogos o Jenofonte en sus anotaciones sobre Sócrates. Para el 2025 me gustaría poder hablar sobre la relación entre amor y política, un tema sobre el que estoy escribiendo un libro que será publicado por la editorial de la UAH. ¿Qué parte de la participación política nace de la pasión?  ¿Puede transformar el amor el carácter de un político? ¿Hay algo de filosofía política detrás de las historias de alcobas, los rumores cortesanos y los celos de los favoritos reales?

¿Cómo evalúa el panorama político actual de Argentina y del resto de Latinoamérica?

Creo que la política actual argentina está signada por la inserción en el debate público a partir de redes sociales que refuerzan las propias ideas mediante los contenidos ofertados. Esa forma de vincularse con la información, tan distinta a los massmedia del siglo XX, refuerza una polarización tradicional en Argentina. A su vez, las sucesivas crisis económicas, especialmente en los últimos 8 años, incrementaron brutalmente la pobreza y, en general, el acceso al mercado. Creo que esos factores explican en buena parte la victoria del actual gobierno, con un proyecto declaradamente radical y outsider, que supo capitalizar el fracaso de los partidos tradicionales, especialmente en los sectores populares. El caso argentino tiene buena parte de los condimentos de otros fenómenos similares a nivel mundial, pero también marcadas diferencias: distinto a Bolsonaro o Trump, con quien el presidente suele compararse, el proyecto del actual gobierno no es nacionalista ni proteccionista, sino lo contrario. Aún y con todo, creo que el ABC+U (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay), con sus diferencias y problemáticas, sigue manteniendo una dinámica política más ceñida a la institucionalidad que lo separa del resto de Latinoamérica.