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Rosana Ricárdez, egresada Magíster Literatura latinoamericana: “Los profesores del programa tienen una calidad impresionante”

22 octubre, 2020

Rosana Ricárdez cursó el Magíster de Literatura Latinoamericana. Fue académica de la Universidad Iberoamericana de Puebla, México, y becada del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla, por creación literaria y por periodismo cultural, está radicada en nuestro país desde hace cinco años.

Hoy, docente de la Universidad Alberto Hurtado y estudiante del Doctorado en Literatura en la Universidad de Chile, Ricárdez comenta parte de su experiencia en el Magíster impartido por la Facultad de Filosofía y Humanidades de nuestra universidad.

 

¿Por qué entraste al Magíster de Literatura Latinoamericana?

Acababa de llegar de México. Tenía un mes aquí, y la única forma que vi para insertarme en la vida chilena, tanto académica como cultural, era la universidad. Siendo enero, muchas convocatorias ya estaban cerradas, y la que encontré abierta fue la de la Alberto Hurtado. Fue una apuesta práctica. Después se me presentaron dos opciones, pero la de la Alberto Hurtado fue la que más me convenció.

¿Qué te llamó la atención?

Al ser una universidad jesuita ya tengo claro de qué se trata su visión. Conozco el proyecto jesuita. Trabajé en la Iberoamericana en México, en la ciudad de Puebla. Frente a la otra opción, la UAH fue la mejor. Me di cuenta que habían académicos que estaban haciendo investigación y eso me quedaba perfecto.

¿Cuál fue el proyecto de tesis que trabajaste en tu paso por el Magíster?

Mi proyecto fue sobre un escritor mexicano llamado Xavier Villaurrutia, del grupo de los Contemporáneos. De hecho, me sumé al Fondecyt porque me gustó mucho el proyecto de investigación y el seminario de literatura mexicana impartido por Betina Keizman, era el que más conocía. Ella tenía este proyecto con Constanza Vergara. Me sumé, me aceptaron y mi investigación quedaba perfecta. Siendo un escritor mexicano conocía su obra, porque Villaurrutia fue super fructífero y más conocido por su poesía, pero yo quería hacer otras cosas y sobre eso seguí la investigación.

¿Qué camino querías tomar con tu tesis sobre Xavier Villaurrutia?

Villaurrutia es bastante conocido, quizás no tanto fuera de México, pero sí suena su nombre. Incluso, hay un premio llamado Xavier Villaurrutia, que es conocido en muchos lugares de Latinoamérica. El enfoque de la tesis fue un aporte, abordar lo menos considerado de él. Hacía poesía, ensayo y teatro, pero lo menos conocido de él era su crítica cinematográfica, sus reseñas. Yo me enfoqué cien por ciento en las reseñas cinematográficas, que son muy cortitas y no se les consideraba tanto. Ahí fui descubriendo que él, siendo parte de los Contemporáneos, y teniendo una agenda como grupo, sabía perfectamente lo que quería de la escritura; sin embargo, ese proyecto sobrepasaba lo estrictamente literario. Todo esto encajaba perfectamente con su propia escritura. Era un grupo muy presente en la escena cultural mexicana, y su actividad pública y privada estaba muy relacionada con su forma escritural. Este lazo fue el gran descubrimiento de la tesis. Se insertaba en el proyecto Fondecyt porque las profesoras Constanza Vergara y Betina Keizman estaban investigando sobre cine. De hecho, el Fondecyt era sobre cine y literatura, entonces Villaurrutia entró perfecto ahí.

¿Esta tesis, que ya ha sido publicada, ha tenido lectores?

He publicado dos artículos sobre la tesis en la revista española Mitologías. Uno es una especie de resumen extra, un artículo muy resumido con la línea principal de la tesis, y otro a partir de un cuento con motivo cinematográfico que encontré de Villaurrutia entre todos los archivos que descubrí.

¿De qué forma las/os docentes del Magíster han ayudado en el desarrollo de tu tesis?

Me ayudaron muchísimo. Acababa de mudarme y tenía pocos libros, la mayoría eran de Villaurrutia. Lo que tenía eran los escritos, pero no sabía muy bien que hacer con eso. Entonces el aparato crítico me lo aportaron ellas, tanto en los seminarios del Magíster como en su guía. Constanza y Betina, debo decir que son dos mujeres con un bagaje cultural impresionante. Son investigadoras que están, valga la redundancia, haciendo investigación y docencia, con cualidades impresionantes. Son muy solícitas, siempre para cualquier pregunta están ahí. Además, tenían todo el aparato teórico que me ayudaría a darle cuerpo y forma a la investigación. Constanza nunca fue mi profesora, pero sí era parte del Fondecyt. Entré al proyecto a través de Betina.

¿Recomendarías a otros estudiantes que postulen a fondos Fondecyt?

Sí, claro. Es un impulso muy grande. Si quieren seguir construyendo una carrera académica, en el Doctorado les pedirán publicaciones y cierta expertise, y todo va sumando. Además es una forma de acercarse a la investigación. Tanto la universidad como el Magíster y los profesores tienen bien claro esto, ya que ellos mismos han recorrido este camino.

¿Qué valor ha aportado a tu experiencia personal y académica este magíster?

Primero, un conocimiento del campo académico en Chile. A partir del Magíster supe cómo estaban constituidas las líneas de investigación tanto de la Alberto Hurtado como de las otras universidades, qué temas les interesan. Para mí como extranjera era fundamental saber qué temas se estaban investigando. Venía de hacer clases en otro país, no sabía mucho de aquí, cómo se movía esto. Creo que ese fue el mayor aporte. La Alberto Hurtado me ayudó muchísimo a ubicar qué tipo y líneas de investigación se estaban siguiendo.

¿Recomendarías el Magíster?

Cien por ciento. Por dos razones principalmente. Porque los profesores tienen una calidad humana y académica impresionante. Me parece que están muy bien preparados, conocen sus temas. Hugo Bello, Lucero de Vivanco, Betina Keizman, Constanza Vergara, María Teresa Johansson, todos están muy bien preparados. Son docentes e investigadores que saben enseñar. Conocen perfectamente el campo cultural, cada uno en su área. Tienen redes con muchas personas de otros lugares y países. Redes de acompañamiento con otras personas, con académicos de renombre de diversos países. Son conocidos. Los alumnos podemos encontrar publicaciones de ellos en otros lados. Eso no se da en todas las universidades.

Fue una gran experiencia académica.

Sí, muy buena. Tanto que sigo ahí. Insisto, conozco el sistema jesuita. Además, el Magíster me ayudó muchísimo, porque yo no habría entrado al doctorado que estoy estudiando en la Universidad de Chile sin ese bagaje que me proporcionó la Alberto Hurtado.

¿Por qué crees que es necesario estudiar la literatura latinoamericana?

Me parece que hay escritores que deben ser revisados, que se han referido desde antes a lo estético, en la forma, como en el fondo. Han aportado a las literaturas del mundo. Han aportado desde lo que es Latinoamérica, desde la cotidianidad latinoamericana. Estos aportes no están divorciados de los aportes estéticos. Es fundamental que conozcamos a nuestros escritores y el contexto en que desarrollaron sus obras. Hay que tener interés por la literatura, por nuestro tiempo.