
Sasha Mudd: «El ideal cosmopolita es extremadamente frágil»
Desde la filosofía, desde el ser mujer y desde el ser inmigrante, la Doctora en Historia y Filosofía de las Ciencias, Sasha Mudd, nos cuenta en esta entrevista la situación actual de la inmigración que se vive en Chile y en el Mundo.
-Como estadounidense, extranjera y desde la Filosofía, ¿cuál es tu análisis de la situación de los inmigrantes en Chile?
-Como extranjera e inmigrante, me gusta ver que Chile se vuelve más diverso. Las actuales olas de inmigración ofrecen a Chile la oportunidad de convertirse en una sociedad más rica, más abierta y más cosmopolita. La inmigración amenaza el provincialismo; puede aflojar jerarquías existentes; puede anunciar la renovación cultural. Veo muchas promesas, por ejemplo ahora Chile está absorbiendo la diáspora de la clase profesional de Venezuela. Por otro lado, uno debe estar atento a los peligros que representan los brotes abruptos de inmigración, como los que Chile experimenta hoy; ya que estos pueden desencadenar fácilmente reacciones racistas, xenófobas y nacionalistas, como las que lamentablemente hemos visto, especialmente frente a los haitianos. Tales reacciones pueden ser contraproducentes para la sociedad chilena de varias maneras, además de ser crueles e injustas. Basta con mirar hacia el último ciclo de elecciones presidenciales para ver los tipos perniciosos de actitudes contra las cuales uno debe cuidarse. Como se discutió ampliamente en la prensa, los discursos de algunos candidatos evidencian una perspectiva explícitamente racista y xenofóbica hacia ciertos grupos de migrantes, específicamente dominicanos, haitianos, ecuatorianos, colombianos. Queda por ver cuán influyente será este tipo de puntos de vista en la configuración de la respuesta chilena al actual aumento de la inmigración.
-Crees que la Filosofía Moderna se podría hacer un análisis respecto a la situación de los migrantes?
-Los filósofos de la Ilustración, como Immanuel Kant, desempeñaron un papel importante en la construcción del ideal moderno del cosmopolitismo. Este ideal nos llama a un sentido más elevado de la humanidad fundado en la razón, instándonos a dejar de lado las formas más estrechas de identidad basadas en tribu, raza, credo, color, etc. Este ideal articula una visión según la cual todos los seres humanos, independientemente de su características innatas, se consideran miembros esencialmente compatibles de una sociedad justa en la que todos gozan de igual dignidad y respeto. Una sociedad gobernada por este ideal es aquella en la que las personas no son discriminadas en base a la tribu, el credo, la raza, la casta, el color, la capacidad o el género. Pero el ideal cosmopolita es extremadamente frágil. Se opone a una pluralidad de fuerzas conservadoras histórico-sociales que hacen que sea demasiado fácil para la democracia ceder a la competencia grupal de suma cero, en la que las lealtades políticas son estrechamente tribales, en lugar de inclusivas. Siempre habrá un número considerable de chilenos para quienes la idea de Chile sigue siendo sinónimo de herencia española, blancura y catolicismo. Mientras el nacionalismo chileno esté asociado a un grupo étnico o religioso en particular, servirá para excluir y poner en desventaja a otros.
La única manera de mantener bajo control el potencial destructivo del nacionalismo es luchar por una sociedad en la que la identidad colectiva trascienda las divisiones étnicas y religiosas, en la que los ciudadanos de todos los orígenes religiosos, culturales y étnicos se consideran esencialmente de la nación. En una sociedad así, los inmigrantes tienen la mejor esperanza de ser tratados con el mismo respeto que los ciudadanos del grupo mayoritario. Aquí, como en otros lugares, la concepción ilustrada del cosmopolitismo nos ofrece un marco conceptual para desarrollar este tipo de imaginario político.
Por supuesto, el intento de forjar un tipo de nacionalismo cosmopolita capaz de mantener un sentido colectivo de identidad para naciones multiétnicas es un experimento en curso, que ahora mismo está amenazado por el sorprendente resurgimiento del etnonacionalismo en Europa, los Estados Unidos y en otros lugares. No estoy segura de cuán preparado está Chile para vencer estas tendencias mundiales.
-¿Cómo abarca la filosofía las experiencias de vida que viven las comunidades o los individuos cuando viven el arraigo como única opción de vida?
-El romanticismo, como movimiento intelectual, expresa una cierta reacción contra el pensamiento ilustrado, y especialmente contra su ideal de cosmopolitismo. En este sentido, hay ideologías nacionalistas que parecen sugerir que un retorno a las raíces, a «sangre y tierra», es el único camino hacia la autenticidad en un mundo corrompido por el racionalismo cosmopolita. Sin embargo, es importante señalar que celebrar las virtudes del enraizamiento no implica necesariamente un rechazo total al cosmopolitismo político. De hecho, la dialéctica de suma cero entre el etnonacionalismo, por un lado; y el cosmopolitismo global, por el otro, nos envuelve en un marco intelectual peligroso y obsoleto, que los filósofos políticos de hoy en día deberían ayudarnos a superar.