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Sebastián Vidal, académico UAH, nos cuenta sobre su trabajo como curador de la exposición “Festival Franco Chileno de Videoarte. 40 años”

1 julio, 2022

La muestra exhibe 69 obras realizadas por 45 artistas que participaron de las 12 versiones en que se desarrolló el certamen.

 

Desde el 2 de julio hasta el 25 de septiembre, estará abierta en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo la exposición “Festival Franco Chileno de Videoarte. 40 años”. Esta muestra pone cierre a la conmemoración de los 40 años del Festival Franco Chileno de Videoarte, que ha contado con la participación de nombres tan relevantes para las artes visuales como Lotty Rosenfeld, Gloria Camiruaga, Néstor Olhagaray, Eugenio Dittborn, Marcela Serrano, el colectivo C.A.D.A, Carlos Leppe, entre otros.

Conversamos con Sebastián Vidal Valenzuela, académico del Departamento de Arte de la Universidad Alberto Hurtado, quien estuvo a cargo de la curaduría de esta exposición que rememora la labor realizada por este espacio de contracultura y resistencia que congregó todas las expresiones del audiovisual chileno durante los ochentas y principios de la década de los noventas.  

Este espacio fomentado por la Embajada de Francia en Chile, se transformó en una fuente de resguardo artístico y político para los creadores y artistas que experimentaron en dictadura con este nuevo formato y registraron con una mirada crítica los conflictos políticos y sociales de la época.

 

¿Cómo se da la instancia de que sea el curador de esta importante muestra?

Recibí la invitación de Soledad Novoa, directora del Centro Nacional de Arte Contemporáneo, Cerrillos, a partir de mi proyecto Fondecyt de iniciación sobre los Festivales Franco chilenos/latinoamericanos de videoarte de los años 80 y 90. Fue un gusto recibirla ya que me parece que el trabajo de investigación académica debe tener una transferencia al medio y a públicos más ampliados. 

 

¿Qué nos puede comentar sobre el proceso de curatoría que tuvo la exposición? 

El festival fue parte muy importante para la escena audiovisual de los años de la dictadura e inicios de la transición. Su base tuvo como centro el encuentro de artistas de ambos países y se expusieron muchísimas obras año a año. Para ello, tuvimos que catastrar, fichar, catalogar y recuperar más de 200 piezas de video, revisar 28 carpetas de artistas del Museo Nacional de Bellas Artes, 4 fondos de archivos audiovisuales del Centro de Documentación de las Artes y de la Cineteca Nacional de Chile, 18 archivos de periódicos y diarios de la Biblioteca Nacional, así como del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, asimismo cartas y documentos de trabajo. Además de 14 entrevistas a videoartistas chilenos y franceses grabados en video. Con dicho material comenzó el proceso de selección de obras para lo cual se operó con núcleos temáticos de los que finalmente se seleccionaron 69 piezas de videos de 45 artistas. 

 

¿Cuál fue el principal desafío?

El Festival se exponía año a año en una sala donde se proyectaban los videos. Nunca tuvo un modelo expositivo que pudiera reconocerse como una muestra en un museo o un centro cultural. En este sentido, el desafío de la curatoría fue pensar y dar cuerpo a una un grupo representativo de videos del festival en el espacio. Y el problema es que tenía un referente previo. De esta forma, la muestra concibe la proyección de videos en sala, principalmente los videos franceses, sin embargo la parte chilena, la más extensa, fue diagramada desde un modelo modular de exhibición, donde los videos pueden dialogar o tensionarse entre sí. 

 

¿Cuáles son los ejes de la curatoría para llegar a la muestra? 

La exposición contiene siete núcleos temáticos que ofrecen al espectador un recorrido amplio de las propuestas desarrolladas por esos años. Núcleos que, por medio del video, transitan por temas como denuncia y compromiso político; crítica social y sistema patriarcal; la exploración del cuerpo como campo de resistencia, así como nuevos enfoques disruptivos sobre la televisión, la tecnología, el cine, la música, la literatura y el teatro, a los que se suman miradas poéticas a la historia, el paisaje y la cultura.

 

 

¿Qué podrán encontrar los asistentes en esta exposición? 

Un gran espectro de videos que exploran diversos temas bajo perspectivas innovadoras para la época y que permiten entender parte de génesis de la visualidad contemporánea. Se trata de una multiplicidad de imágenes que se conectan como proposiciones artísticas de un momento político y cultural complejo y desde donde florecen diversos encuentros y fricciones desde tecnologías análogas en video. 

 

¿Cómo ha sido el aporte del videoarte a la escena artística nacional y cómo éste dialoga con otras disciplinas artísticas? 

Difícil responder a esa pregunta, ya que involucra una posición de la cual muchas veces el mismo videoarte se resistía. Sin embargo, una de las cuestiones que más me sorprende estudiando, no sólo el videoarte de Chile sino latinoamericano, es el deseo o entusiasmo por explorar ciertos límites más allá de lo que la precariedad tecnológica local disponía. Esto quiere decir, que las ideas que muchos/as artistas tenían en los ochenta y principios de los noventa era el impulso para realizar obras que pudieran expandirse a zonas de confort más allá del arte en su régimen de producción histórica.

 

¿Cuál es la importancia que ha tenido la conmemoración de los 40 años del festival? 

En el 2020 dentro del Coloquio del Magíster en Estudios de la Imagen realizamos una mesa redonda junto a Javiera Bagnara (académica UAH y asistente de investigación Fondecyt) y Gonzalo Ramírez (investigador de archivos mediales y asistente de investigación Fondecyt) en torno al Festival. Luego en el 2021, la Corporación Chilena de Video realizó otra mesa referida al Festival donde estuve con destacados panelistas y el fundador del Festival Pascal-Emmanuel Gallet. La Bienal de Artes Mediales presentó también en la Bienal una selección de cuatro obras curadas Gallet. Igualmente, ese mismo año realizamos un seminario de tres días en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo con importantes artistas y teóricos históricos y contemporáneos. Y ahora cerramos la conmemoración de los 40 años con esta exposición y las actividades que realizaremos en paralelo, como un encuentro con estudiantes y académicos vinculados al Centro de Estudios de la Imagen de la UAH.

 

¿Algún mensaje para las próximas generaciones de artistas, historiadores y teóricos del arte en torno al videoarte?

 

Si bien, existen investigaciones en torno al videoarte en Chile, aún quedan muchas obras y artistas que demandan salir de una zona historiográfica oscura. Arriesgarse con nuevos casos, que puedan entrar en diálogo con obras y procesos culturales conocidos, permitirá abrir lecturas que contribuyan al estudio de nuestro patrimonio audiovisual. Creo que eso es un gran desafío para quienes comienzan a investigar sobre videoarte.